viernes, 17 de diciembre de 2010

Bienvenida la vida


Es momento del balance anual, de cierres fiscales, de reportes finales. Todavía faltan un par de semanas para que termine este revolucionario año, pero por si las dudas yo voy bajando el telón (no quiero que me agarren las prisas y quedarme estampada en el ciclorama).
Ha sido un año particularmente difícil, afortunadamente hermoso. Este año sufrí como nunca antes en mi vida, física y emocionalmente, pero el dolor me hizo una mujer fuerte y como dijo Moira PZ “hay que ser muy mujer para vivir”. Lloré diez mil lágrimas en cada mejilla pero también sonreí para siempre, convertirme en madre ha puesto el sol en mis labios. Se redujo y se multiplicó la familia. Hubo quien me bendijo con su maldición, entonces crezco. Ha sido año de aprendizaje, de evolución, de amores, mares y desamores.
Reafirmé el amor de familia, de hermanos, de padres, de madre, de hermanomos y amigos casi hermanos, de esposa. Aprendí a confiar y a creer en mi sexto sentido. Me atreví a perdonar, a cambiar, a reconocer y rectificar mis errores, y lo mejor de todo es que creo que aprendí a amar, conocí la libertad.
Cierro varios ciclos y abro otros que pintan de maravilla. Empecé el año con una terrible tristeza y puedo decir que soy muy feliz y que mi fe y esperanza están puestas en cada día, en el presente, en todos los actos de mi vida.
Gracias a los que compartieron conmigo el 2010, mis buenos y mis malos momentos, a los que creen en mí, a los que me quieren y sonríen al verme feliz. Gracias a todos por ser mi mástil en medio de la tormenta, mi guía cuando estaba ciega, mi sonrisa en tiempos de aguas amargas. De muchas, distintas, infinitas formas me ayudaron a ver quién soy y de qué está hecho mi corazón.
Gracias genuinas (cada quién sabe bien lo que hizo por mí).
Mientras cae el telón esta terca Herminia aplaudirá de pie la sonrisa de Julieta.

martes, 14 de diciembre de 2010

Soñando siempre contigo

Wislawa Szymborska
La primera vez que leí este poema lloré tanto que casi me quedo sin lágrimas. Lo he sufrido en carne viva y he muerto de tristeza. Pero estoy de pie y ahora que lo leo me sigue pareciendo tan cierto y tan bello como cada lágrima que se me fue en las mejillas. Es de Wislawa Szymborska, de mis favoritas, de mis favoritos.

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo...

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
No vuelo sobre él, de él no huyo
Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca,
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
mas he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida,
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
Se han sentado ángeles caídos.

Versión de Elzbieta Borkiewicz

jueves, 23 de septiembre de 2010

Metáfosis


Hoy quiero saber pintar y soñar con alas de dragón.
Cuando viaja sola mi mente en círculos abiertos y pausados
y no se restringe a pestañeos, cavilaciones, profundos agujeros negros 
en el espacio interior de mi conciencia.
Quiero saber pintar las alas, el dragón, las estrellas en su nuca 
y las plumas de su nunca cansado corazón.
Pintarle de amarillo el espíritu y cantarle su canción de cuna en Si bemol
Hoy que la metáfosis es y se presenta,
que come cereal de tibia leche materna
quisiera pintarle a mis alas un dragón .

lunes, 20 de septiembre de 2010

suceguera

ni ebla        agualiza            sin ojos

                 caminacorto      y su              elegandante

tun tun       bastonmano      de noche

                 perifoliado        anda             antes

ha sé         brailear            de textos    

                 dedos               a lo          brujo

pies de      mago                ze zé  


                 míralo               late do         contraexpande

él ahí        brillaquebrilla      sin luz

viernes, 10 de septiembre de 2010

túyo en penumbra

Entonces vi cómo la luz alumbraba un poco tu cara. No supe qué me maravilló más, si la falta de ganas de saber qué atravesaba tu mente o el sencillo cuadro que estaba ante mis ojos.


Eras tú, sin nombre, sin pasado, sin futuro, con tu agitada respiración de sueño profundo, sólo tú con ese gesto que no significa nada en mi vida ni en la tuya, tú sin tu vida ni la mía.

Era yo mirándote en el instante en que me desprendí de la memoria, el mismo en que tampoco fui yo madre, hija ni mujer; yo sólo así mirándote sin pensar en el amor, el pasado, el futuro o la vida.

Tú dormido. Yo en gozo nocturno.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Palabritas para arrullar a un chimpancé pequeño

Las ranas y el hada de cristal


Un niño tenía cuatro ranas, eran las más hermosas que nunca se vieron sobre la tierra, las más amorosas, agradecidas y buenas amigas ranas. El niño daba paseos por las tardes, después de terminar sus labores de la escuela, para disfrutar del bosque con sus amigas ranas ya que el aroma a pino les encantaba.

La tarde en que el viento soplaba con más frescura y el niño y sus amigas paseaban con alegría, un hombre malo se presentó ante ellos y se llevó a las cuatro ranas en una bolsa pequeña. El niño no pudo hacer nada, ya que el hombre era más fuerte que él y daba zancadas más largas que él cuando corría; así, el niño se quedó solito en el bosque llorando lágrimas de cristal. De pronto se presentó ante sus ojos una hermosa hada de enormes alas. –¿Qué te pasa niño, por qué me has invocado?, preguntó el hada, –¿yo te invoqué? Pero si sólo estoy llorando porque perdí a mis amigas ranas, dijo el niño, –sí, dijo el hada, cuando un niño llora lágrimas de cristal es porque necesita ayuda muy especial que sólo yo, el Hada de Cristal, puedo brindarle. El niño, sorprendido, le dijo –pero mis lágrimas son las de siempre, –aunque tú no lo notes, cada brillo de tus lágrimas es del cristal más fino y hermoso, pero dime, ¿en qué puedo ayudarte? El niño le contó al hada lo que ocurrió con sus amigas y ella le dijo –Yo puedo ayudarte, sólo que para que mi magia surta efecto el deseo que tengas tienes que pedirlo con mucho amor, la magia no funciona sin amor. –Yo quiero mucho a mis amigas ranas, ellas comparten su tiempo conmigo, me escuchan, me acompañan y juegan conmigo, así que tengo mucho amor en mi deseo. El hada, complacida, aceptó ayudarlo, y con un movimiento de sus alas recorrieron al instante todo el bosque hasta llegar con el ladrón de ranas.

El hombre malo era un cocinero de la comarca y era dueño del restaurante más famoso, al que toda la gente iba por los deliciosos platillos de rana que preparaba. Estaba listo para sacar de la bolsa a las cuatro ranitas y cocinarlas para deleitar a sus comensales. En un santiamén llegaron a su restaurante el niño y el Hada de Cristal. El niño le gritó al hombre malo: –¡hombre malo, libera a mis amigas ranas! –¡No! Las prepararé para deleitar a mis clientes. –Por favor, señor, ellas son mis amigas, son especiales y las quiero. –No niño, la gente de la comarca sólo come ancas de rana y necesito prepararlas para tener trabajo y alimentar a mi familia. El hada intervino: –Señor cocinero, usted no es un hombre malo, escuche a este niño que ha depositado todo su amor en sus amigas ranas, yo, el Hada de Cristal, se lo pido. El hombre malo, que finalmente no era tan malo, dijo –No soy malo, yo necesito trabajar para alimentar a mi familia, a la gente le gusta la comida con ranas. –Hagamos una cosa, dijo el hada, como sé que usted no es malo, le obsequio el don de la alta cocina, así, siempre podrá preparar platillos deliciosos y los comensales jamás volverán a comer platillos con ranas, así, las amigas del niño volverán a su lado. El hombre dijo, –Gracias Hada de Cristal, eres muy amable, gracias por darme el don, preparé cosas deliciosas para todos. Con magia, de la pequeña bolsa salieron saltando las cuatro ranitas a los brazos de su amigo el niño; el hada agitó sus alitas y en un instante despareció dejando un rastro de cristales brillantes. El niño y sus amigas volvieron a caminar felices por el bosque.

jueves, 5 de agosto de 2010

Defectuosas cavilaciones

Acá nomás, pensando.

Esta semana he hecho cosas que nunca antes, jamás, me hubiera atrevido. Supongo que es parte de la magia de crecer. Estoy de viaje con mi hija (más familia me acompaña pero lo crucial es que viajo por primera vez con ella), no creí poder hacerlo porque es pequeña, porque soy primeriza, porque me aterra que le pase algo. Pero ella crece y yo también.

Anduvimos en Xochimilco buscando ajolotes, en el mercado de las flores, comiendo quesadillas de flor de calabaza; nos sorprendió la lluvia de vuelta al coche y corrimos y corrimos, y ella con una sonrisa en el rostro se divertía mientras yo sufría por guarecerla del agua.

Tlahuac nos recibió con la familia, qué cosa más maravillosa verlos de nuevo, recordar viejos tiempos, andar por calles antiguas, de artes viejas, viejos amores y costumbres... hasta ganas me dieron de echarme machincuepas como estúpida adolescente. Me jodí la columna pero me divertí horrores.

Fui a Chapultepec a remar al lago, a tostarme bajo un sol que se resistía a salir del todo, a comer churros. Caminé por paseo de la Reforma, me tomé fotos en la silla que bien pudo haber salido de Alicia en el país de las maravillas. Me subí al metrobús y disfruté caminar sola por las calles de la gran capital.

El caso es que vuelvo a la casa en la  que pasé retazos de feliz infancia, volví al andén, el mismo en el que mi abuelo me esperaba con los brazos abiertos, tenía las mismas bancas de madera, ahora con un perfecto barniz, el mismo piso y el gran ventanal custiodando las mismas plantas. El mismo lugar, ahora remodelado, pero la nostalgia, los recuerdos, la magia de estar de nuevo aquí es la culpable de esta desordernada cavilación.

jueves, 29 de julio de 2010

Ahora*

Yo soy yo
tú eres tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres tú
yo soy yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
será maravilloso
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a mí mismo
cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a ti
cuando intento que seas como yo quiero
en vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres tú y yo soy yo.

Fritz Perls


*Gracias lobo

miércoles, 28 de julio de 2010

Un viejo post para Gus

Esto lo escribí en octubre de 2007, lo recupero de mi antiguo blog.

Bailarín de trapo
Para Gus, mi bailarín de trapo

Ojalá todo fuera como tu mirada.
En ella inicia el descanso, el juego de tardes soleadas,
el ritmo que genera el vaivén de mis pensamientos.
Que estuvieras conmigo todo el tiempo
y que tu abrazo me pacificara el alma,
que tu sonora respiración calmara mi locura de a centavo.
Quisiera no tener que desear tanto que sólo estuvieras tú
en mi espacio, que sólo tú llenaras mi vida
de miradas dulces y de besos de larga lengua.
Pero lo deseo porque no hay nada más limpio en el mundo
porque nada más puro que tu compañía,
nada más cierto que tus francas ganas de estar conmigo.
Bailarín de trapo mordido,
ensuciador de aguas,
destrucción masiva por instinto.
Ojalá vinieras a teñir de tu color mi espacio.


sábado, 10 de julio de 2010

Nostalgias

De pronto recuperé mis chinos. Con tanto desorden hormonal se habían ido y yo triste, que ni me sentía que era yo. Ahora volvieron pero no llegaron solos.

Trajeron ese antiguo deseo de la guitarra de las tardes noches en que cantábamos desgarrándonos el corazón, unas veces con chelas, otras no, pero siempre con un dolor que en unos era genuino y en otros compartido.

Vinieron a mi cabeza los días jóvenes en que la zona C era, en que bailábamos siguiendo los cuadritos del piso; el día de en que hacía panditas; cuando la madrugada nos alcanzó a M y a mí en la azotea del edificio y el sol nos despertó, mala leche. Recuerdo el día de la partida de Z, llorando en las escaleras de su departamento; el día en que gracias  a V mi silla de la oficina fue a parar junto a la secretaria cascarrabias.El día que fuimos al depa de A en Omalas. Pienso en AH siempre conmigo, llorando, riendo, pero siempre conmigo como el ángel que cobija mi sombra.

También los conciertos de reggae con E, de ska, las pachanguitas sabrosas en que bailaba hasta la madrugada. Cuando íbamos a los bares porque tocaba con su banda.

Los días enteros contigo J, tú sabes cuales, con libros, música, muchas palabras, pizza,  tú y yo siempre abrazados, la vida contigo.

Será la lluvia; será que me vi en el espejo y vi a la mujer de antes, de hace mucho, convertida en la de hoy, con una gota de cielo en sus brazos, con una vida recorrida, con otra entera por delante; esta que hoy quiere ser mejor, que quiere ser feliz.

jueves, 1 de julio de 2010

Desde los escombros

Herminia yace bajo los escombros
gris
sombría
yerta.

Ella recuerda la ciudad soleada
los puentes
los interminables caminos de flores frescas
perfumadas
la mano que ansiosa le prestaba su calor.

Desde la hecatombe la ciudad
se llenó de polvo.

Ella se cubrió de rocas
con sombras vistió su cuerpo
y está ahí, bajo los escombros.

En el ataúd de su cuerpo sabe
que pronto será tiempo de pulverizar su manto
de fabricarse con polvo las alas
con tierra los huesos.

Herminia sabe que no habrá ciudad más bella
desde la hecatombe
que nunca se verán mejores flores
ni mejores caminos
que los construidos con su cuerpo.

sábado, 26 de junio de 2010

El adiós que implica la bienvenida

Hace cinco años, aproximadamente abrí un blog con mi novio, empezaba la onda bloguera, todo mundo estaba abriendo uno y como yo no sabía qué rollo era ese, pues él me invitó a participar y acepté. Le pusimos Vida de monos porque siempre nos han gustado los primates, tenemos libros, apodos y gran afición de ellos y por ellos y comenzó la era primática. Muchas entradas ocuparon espacio en la web, desde ñoñadas cuando íbamos al cine, críticas, canciones que nos gustan y cuanta cosa nos pasaba por la mente. La evolución es imperdonable, y gracias a ello un buen día abrí este blog personal e independiente y él conservó el otro, sin embargo lo abandonó un poco.


Un día comentábamos que lo había abandonado y le dije que ya no participaría como administrador en su blog para que él pudiera hacer algo con él. Un par de días atrás me dijo que quería retomarlo, volver a escribirlo, mantenerlo, modificarlo y me preguntó “¿qué harás con todas tus entradas?” Me cayó un hielo en la cabeza.

Entré a la vieja vida de monos y empecé a borrar memorias, a guardar las que me interesan en un archivo de Word, y así, recorrí mi vida con él, mi maestría, el nacimiento de mis sobrinas, cómo crecía nuestro perro, nuestra boda, la vida en familia, nuestras vacaciones, nuestras idas al cine, la muerte de mi tía, los conciertos memorables, la poesía que en su momento me acompañó… en suma los últimos cinco años de mi vida.

Es la cosa más terrible y a la vez más beneficiosa que he hecho en mi vida. Lloré con cada post borrado, con cada memoria, cada fotografía, cada comentario de amor, de diversión, con cada palabra navegante en la web he llorado.

Me he dado cuenta de lo efímera que es la vida y lo duro que es dejar ir las cosas, las ideas, las palabras, pero los recuerdos jamás se van. Nada es eterno, le comenté a Lady Mondegreen en una entrada que puso sobre la desmitificación de las palabras. No lo es la vida, no lo es el amor, no lo es la vida en pareja, no lo es la poesía, no lo es la palabra. Sin embargo, el dolor que se siente al dejar partir el testimonio de los últimos cinco años de mi vida me recuerda que estamos aquí de manera transitoria, que la gente que nos rodea, esposo, familia, amigos, mascotas, sólo están aquí para compartir con nosotros; que nacemos solos y moriremos solos y que no hay nada más maravilloso que cultivar el espíritu en individualidad para compartir lo más maravilloso que tenemos con los que más queremos.

Gracias a todos aquellos que comparten su vida conmigo. Son mis compañeros de viaje.

miércoles, 23 de junio de 2010

Requiem por ti Saramago

Tal vez sea tarde para escribir este post, sin embargo, la muerte de Saramago sigue fresca en mi mente y sigue doliendo.
Su obra me encontró. El otoño de 1998 leía el periódico, específicamente las novedades literarias recomendadas, y un título atrajo como imán mi atención: Todos los nombres. Jamás había leído nada del autor y me pareció una buena oportunidad para conocerlo, pero debía esperar a que llegara la quincena, ya que como estudiante de la licenciatura en Letras que era en aquél entonces, mi economía era escasa (por no decir deprimente). Dos semanas después, de nuevo leyendo el periódico, Saramago ganó el Nobel de literatura, qué bueno por él y por su obra, qué malo para mi economía, no pude comprar el libro, que duplicó su precio sólo por ello, y me hice a la idea de comprarlo después, tal vez en diciembre, con el aguinaldo.
Mi mejor amigo, también letrado, vino de visita a estas tierras tapatías y su lectura en turno era El evangelio según Jesucristo (que terminó de leer durante el viaje); vi que era del mismo autor y le conté la triste historia del ranchero enamorado que no pudo comprar su librito de los nombres; yo creo que fue tan triste que sin pensarlo me regaló el libro. En ese momento comenzó mi viaje por su obra, maravilloso, ensoñado, crítico, divertido y ácido.
Saramago es mi escritor favorito (cualquiera que me conozca bien lo sabe, mis queridos amigos me dieron el pésame el día de su muerte, como saben que lo quiero tanto); él me ha hecho soñar, cuando leo alguno de sus libros, cosas fantásticas que me han hecho escribir sobre ángeles, hilos de plata y perros de las lágrimas.
Nunca olvidaré el día que como fan adolescente, hice fila con mis amigas más de cuatro horas para que me firmara un pequeño libro: El cuento de la Isla Desconocida, es de mis tesoros más preciados junto con la firma de García Márquez. Tampoco el día que afuera del Paraninfo de la UdeG (mientras hacía fila para que García Márquez me firmara un libro que no tenía mi nombre –ese es tema de otro post–) casi me apachurra una camioneta y cuando volteo a la ventanilla para reclamar, un sonriente Saramago me hizo un ademán de saludo moviendo su cabeza.
Su muerte me sorpredió la otra mañana mientras me preparaba para el trabajo; muchas veces pensaba que llegaría el día, en cómo sería, en qué sentiría. Ahora sé que me duele, que lo admiro y que le agradezo tantas letras.
Gracias a mi señor de Portugal por tanta grata lectura, por hacerme soñar, leer, criticar y admirar.
Gracias Saramago, desde acá, en este valle de lágrimas te sigo leyendo.

martes, 15 de junio de 2010

Yo no soy Penélope

Yo no soy Penélope.

Soy quien sentada en la silla de bejuco
teje incesante la historia
que te he contado por años
a tiempo
en su preciso momento.

Soy ésta,
la que nunca ha esperado al Ulises
que infiel vuelva a mi lecho,
y no desea que después de veinte años
de monstruos y contratiempos
renovado recupere su reino.

No soy Penélope,
soy la que por las noches desbarata para sí
las memorias perdidas de amantes
que impregnaron de sudores mutuos cuerpos.

Yo no soy Penélope.
No tejo sudarios ni espero a destiempo.

sábado, 12 de junio de 2010

Manjar para una princesa

Estoy maravillada de ver recipientes con leche en el refrigerador. Puede parecer tan insulso y ordinario pero no encuentro otra forma de estar más cerca de mi hija ahora que me he unido a las filas de las madres profesionistas. Ella se queda donde los abuelos mientras yo me dedico a los libros todo el día, al mismo tiempo que pienso en ella y guardo en los recipientes el valioso líquido con el que le prodigo mi amor a mi hija mientras no estoy. Me asombra mi cuerpo, que tan humano como es no se equivoca y le da lo que necesita, parece una labor tan sencilla, extraer el alimento, pero me siento en la cima del Everest cuando miro los botecitos llenos de blanco, y mejor aún, cuando veo las mejillas rubicundas, enormes y preciosas de mi muñequita, que por lo menos, de alguna forma, tiene cerca a su mamá.

miércoles, 2 de junio de 2010

Dos

Contigo se nace dos veces.

No una ni diez, nomás dos.
Como si fueras la luna y el sol
como si el alfa y el omega dejaran de antagonarse
y se decidieran por el amor.

Contigo se nace dos veces.

Dos para comenzar, para terminar
para ser uno
abrir entonces las alas
y en pares buscar el horizonte.

Contigo se nace dos veces.

Porque una no basta.
No es suficiente para sonreir
no basta para aprender
y andar sobre los pasos errados,
no basta para vivir esta vida,
una, la única.

Contigo se nace dos veces.

Porque sí.
Para vivir.
Para ser feliz.

viernes, 23 de abril de 2010

Cuando sea grande...

Todos los días de regreso a mi casa paso por varias dulcerías, me encanta ver colgando coloridas y variadas piñatas en sus portales, como invitándome a entrar.
Lo curioso es que odio romper piñatas, las veces que de niña participé en alguna fiesta infantil rompiéndolas me sentí absurda golpeando, rodeada de gente gritando vítores y consignas "dale dale dale" o críticas como el mentado "no comió frijoles"; otras veces, la mayoría, me sentí ridícula deambulando con los ojos vendados y siendo objeto de risas de los demás (cuantos cochinos traumas, tendré que tomar terapia).
Nunca me ha gustado romper piñatas pero ellas me gustan. Adoro sus caras felices esperando que les rompan la crisma (también adoro las paradojas), con sus papelitos de colores por vestido y sus panzas rellenas de dulces, con los brazos abiertos invitándome a que se me piquen todas las muelas.
Me fascina esa invitación para entrar en las dulcerías, su olor azucarado, las voces que cuando piden precios se ensordecen por las cajas de cartón, las bolsas de papel celofán y los platos desechables; los paquetes apilados de churritos, los confetis y globos de miles de tamaños y formas para celebrar a voluntad.
Me encantan las dulcerías. Si alguna vez tengo un negocio propio, sí, ya sé, una editorial sería lo adecuado, una librería, sí, bueno, pero... me encantaría tener una dulcería, tal vez también pueda vender ahí libros infantiles.

viernes, 16 de abril de 2010

Por fin

Extrañaba mucho este sitio, por fin tengo desde dónde acceder y cuando pueda, así que no quiero que haya pretexto para no postear más. Me gusta este lugar, lo que ocurre en él y lo que queda velado.

Muchas cosas pasan por mi mente ahora, estoy a una o tal vez dos semanas de cumplir uno de mis sueños más antiguos y a la vez frescos, el de traer a mi hija al mundo, y tengo muchas cosas que escribir por todo lo que pasa en mi entorno y en mi interior. Trataré de estar aquí de nuevo lo más posible, de nuevo escribiendo, de nuevo en el sueño y en el reencuentro onírico que trae todos mis demonios al exterior.

Aquí de nuevo, yo otra vez, en el diván.
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