jueves, 17 de marzo de 2016

Que salga el sol

Esta soledad entera, eterna.
Este eterno roble que no tiene permiso de doblarse,
que tiene las raíces tan gruesas, tan profundas,
que tiene tantas ganas de doblarse, doblegarse
lanzarse a la corriente del río que le espera con las aguas abiertas,
listas para envolverle en húmedo, lastimero abrazo.

Sobrevivir a esta inmensa soledad.
Ser capaz de no doblar las rodillas,
de no dejar salir el llanto ante tanto abandono,
ante las alas cortadas
y el corazón pulverizado.

Es esta perra vida que se ensaña
con las ganas de vivir
de los que tiene más ganas
más razones para hacerlo.

A qué viene esta miseria,
de qué va traer el estómago volteado,
los ojos húmedos, hinchados de tanto llanto
que no sale
que no quiere
que no se siente liberado.

A lo lejos sus risas,
sus riñas constantes,
su luz pequeña e intensa
reconstruye la vida
y deja salir el llanto.

Mirar sus ojos cansados,
su vida que sucede
que es real
que permanece.
Ver su luz encendida
alumbrar la más densa niebla.

Escucho
miro
los vivo.
Extiendo el cuerpo.
Mañana por fin saldrá el sol.

lunes, 26 de enero de 2015

Luna

-Prende la luna, mamá.
Y la madre prende la ilusión, el sueño en su regazo.
-Prende mi luna, mamá...
Y sabe que es ella misma quien ilumina sus días y sus noches, quien pende de su deseo para pertenecer.


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domingo, 22 de junio de 2014

Domingo

La noche de un domingo sabe a leche tibia.
Sabe a beso de niñas dormidas después de regalarse tres mil carcajadas,
a dulce de arroz
a soplo de viento fresco que se cuela en línea curva de columna vertebral.

Esta noche de domingo sabe a casa de sueños,
ronquera sinfín,
ausencia de espantos
porque ¿verdad mamá que los monstruos no existen?
porque no hija, sólo que tú lo desees.

Y es que me guardo en las poquitas horas
que le quedan de vida a este domingo,
en la pluma que no encuentro,
en el goce eterno de una casa pequeña
muralla de seis que se han jurado amor eterno.

Me refugio en esas brevísimas horas para escuchar el canto de los grillos,
el romance de las ranas que se han sumido en la eternidad del silencio.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Tempestad

Eres la tempestad en calma,
te elevas a voluntad,
golpeas,
giras y te eriges en monolítico arrullo.

Tu violenta caricia me da la paz de tu nombre,
esa que no he conocido
desde que eras semilla en mi tierra fértil.

Soy mujer de certezas,
ocasos y amaneceres siempre en su justo momento,
tú eres mujer de madrugadas en ascenso,
a destiempo,
de modos torrenciales,
intensos.

Somos el toro y el escorpión,
la tierra y el agua,
la tempestad en calma.
Somos risa y carcajada,
dicha en la agonía,
principio y continuar en el  horizonte.

Tengo la calma,
la voluntad,
la dimensión del amor.
Tienes la fuerza,
la pasión,
la suave, mínima, perfecta tempestad.

lunes, 12 de agosto de 2013

Certezas


Madrugada, estás despierta como yo.
Lo sé porque tus caricias en el interior de mi vientre son fuertes,
casi suaves, casi violentas.
Sin duda estás revolucionando mi mundo.

Eres la certeza del amor.

Cuento los días para verte,
sentir tu cuerpo cálido,
pegarte a mi pecho y alimentarte,
contemplarte mientras duermes
-no hay gozo mayor para una madre que ver la perfección de sus hijos
aún dentro de toda la gama de defectos que pueden llegar a tener-.

Muero por conocer los tuyos, tus defectos,
por escuchar tu respiración
tu risa
tus desvelos.
Ansío verte parpadear, asir mi dedo en tu puño,
mi vida entera en tu manera de mirar el mundo,
pintar de azul celeste mi sonrisa.

Eres la más bella luna de octubre que jamás haya conocido el universo
-aunque tenga la extraña sensación de que llegarás en noviembre
a retar con vida a todos los muertos-.

Sé que sabes de lo que hablo,
justo ahora, mientras escribo,
te agitas y pronuncias ecos en mi vientre.

Has sido concebida en la conciencia plena de la voluntad,
del amor, de la humanidad.
Eres la certeza del amor,
del presente, del deseo,
de dos que un día
se miraron entre sí y se sintieron mutuos,
se quisieron trascendidos
y se decidieron amados para siempre
-lo que sea que ello signifique-.

Eres la certeza de esa existencia,
eres esa voluntad.

Eres la paz de nuestra vida Irina.

martes, 18 de diciembre de 2012

Conclusiones de una moira en martes

Las lecciones más valiosas han venido a mí de las personas más sencillas, en los momentos que parecen más intrascendentes. Un café como pretexto y las muchas ganas de charlar con las moiras me llenaron de esa paz que tanto me transmiten y de esa sabiduría que me inyecta de fuerza cada que nos vemos.
La charla acerca de la familia, la profesionalización, la salud, los terrores financieros y el pequeño puñado de canas que recién nos han aparecido, para muchos parecería insulsa, cotidiana, incluso obligada, para ponerse al día, para seguir compartiendo, para conservar amistades, o para mostrarnos "irreconocibles" ante aquellos que esperan otra cosa de nosotros, que creen que ya no somos las mismas personas. La charla con las moiras me dice más de lo que enuncia; contra todo pronóstico me recuerda quién soy, por qué hago lo que hago (aunque una vez más suene absurdo) y que es muy probable que el secreto de la felicidad esté en vivir con paz, a tiempo, en tiempo, sin prisas ni añoranzas.
Le doy vueltas al asunto y pienso que hoy me gusto como soy, con todo lo que implica, que jamás volvería a ser joven y que tampoco quiero ser más vieja. Por nada del mundo volvería a la juventud que me ha representado un largo camino para tener la experiencia que hoy tengo, la mente y el corazón que hoy ocupan mi cuerpo. Durante todo este tiempo he aprendido a confiar, a perdonar, a ofrecer perdones, a amar, a forjarme la vida. Tiempo al tiempo, dicen, vida a la vida, digo yo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Recuerdos futuros

Hoy quiero que mañana me recuerdes.
Que pienses en el olor de mi cabello
en lo fácil que siempre ha sido para
tus pequeñas manos.
Mientras balanceo tu cuerpo con mis susurros anhelo en tu futuro
una similar escena
con tu hijo envuelto en brazos
enrebozado en tu canto sutil
y tú protagonista de su inmediato asombro.
Hoy quiero labrar tu memoria,
ser aroma, cabello, arrullo,
la facilidad y el nido en donde cabía tu infantil cuerpo,
tu futuro recuerdo.


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