lunes, 13 de marzo de 2017

Árido compás

Eres sal
arena
granito que llena el vacío del cuerpo.
Eres exceso de sal
resaca antigua.
Eres piel cansada
cáscara sobre las venas que arden.
Eres grieta
roca partida tu corazón
necio palpitar
romper del tiempo.
Eres tierra estéril
canon sin respuesta.

jueves, 19 de enero de 2017

Moravafilias

El amor está en donde tiene que estar. No obstante el miedo, las pruebas de vida, el agitado mundo que habitamos. Mientras comemos, mientras dormimos, en esos lugares en donde las charlas se prolongan, se crean historias fantásticas, se educa, se aprende, se llora. Aquí en donde somos humanos que reímos lo mismo que sufrimos, en donde ser humano con todas las diferencias y coincidencias es lo primordial. En esta casa el amor está en donde tiene que estar.

domingo, 18 de diciembre de 2016

¿Quién necesita caer?

Caminaba de noche en un rumbo conocido. No sé qué diablos hacía yo ahí, de noche, sola, nada tenía qué hacer por ahí. Tenía miedo, caminaba sin saber muy bien a dónde ir, por qué ni para qué. Pasé afuera de una escuela y recordé que los murmullos de los niños surgen en las noches, que las risas y los llantos rebotan en los muros y para darle vida a las escuelas solitarias. Me armé de valor y puse atención; no tuve que hacer mucho esfuerzo para escucharlos, ahí estaban, salían intempestivamente risas, gritos, llantos, agitación. Ahí estaba la alegría de mis hijas, su intensidad, su emoción, su vida. Me detuve un segundo para escuchar más, mejor. Reconocí sus voces dulces entre la de tanto chiquillo, sus hermosas risas, su mágico timbre. No obstante, no pude evitar sentir escalofríos.
                Continué mi camino, mi no saber a dónde ir, regresar al temor de la noche, a la oscuridad, a la soledad. Ni un alma había en la calle, no pasaban autos ni un perro, nadie con quien sentir compañía. A lo lejos, en el centro de la calle apareció un camión, se acercaba a mí a mediana velocidad. Con su cercanía se incrementaba mi miedo a lo desconocido, la incertidumbre de lo que pasaría cuando llegara junto a mí, entonces tomé una decisión.
                Vuela. ¿Qué? ¿Es eso posible? Vuela.
                Cerré los ojos, los apreté con fuerza y empecé a escalar el aire. De pronto recordé la terrible sensación de caer, el pánico de mirar hacia abajo, el hoyo en el estómago, esa jodida sensación de caer. No mires hacia abajo, resolví, no necesitas hacerlo, finalmente ¿quién necesita caer? Apresuré la escalada, abrí los ojos con la cabeza en alto y escalé una y otra vez.

                La noche se hizo día, la angustia paz, la soledad eterna se hizo solitaria compañía. El vuelo me llevó hasta el jardín de mi infancia, al parque donde mis juegos infantiles se llenaban de gozo, abracé con suavidad el frío metal de una luminaria y me deslicé hacia abajo, lento, porque era la hora de volver. Porque la noche se había hecho día, la calle se hizo parque, y porque los miedos me hicieron volar.

jueves, 17 de marzo de 2016

Que salga el sol

Esta soledad entera, eterna.
Este eterno roble que no tiene permiso de doblarse,
que tiene las raíces tan gruesas, tan profundas,
que tiene tantas ganas de doblarse, doblegarse
lanzarse a la corriente del río que le espera con las aguas abiertas,
listas para envolverle en húmedo, lastimero abrazo.

Sobrevivir a esta inmensa soledad.
Ser capaz de no doblar las rodillas,
de no dejar salir el llanto ante tanto abandono,
ante las alas cortadas
y el corazón pulverizado.

Es esta perra vida que se ensaña
con las ganas de vivir
de los que tiene más ganas
más razones para hacerlo.

A qué viene esta miseria,
de qué va traer el estómago volteado,
los ojos húmedos, hinchados de tanto llanto
que no sale
que no quiere
que no se siente liberado.

A lo lejos sus risas,
sus riñas constantes,
su luz pequeña e intensa
reconstruye la vida
y deja salir el llanto.

Mirar sus ojos cansados,
su vida que sucede
que es real
que permanece.
Ver su luz encendida
alumbrar la más densa niebla.

Escucho
miro
los vivo.
Extiendo el cuerpo.
Mañana por fin saldrá el sol.

lunes, 26 de enero de 2015

Luna

-Prende la luna, mamá.
Y la madre prende la ilusión, el sueño en su regazo.
-Prende mi luna, mamá...
Y sabe que es ella misma quien ilumina sus días y sus noches, quien pende de su deseo para pertenecer.


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domingo, 22 de junio de 2014

Domingo

La noche de un domingo sabe a leche tibia.
Sabe a beso de niñas dormidas después de regalarse tres mil carcajadas,
a dulce de arroz
a soplo de viento fresco que se cuela en línea curva de columna vertebral.

Esta noche de domingo sabe a casa de sueños,
ronquera sinfín,
ausencia de espantos
porque ¿verdad mamá que los monstruos no existen?
porque no hija, sólo que tú lo desees.

Y es que me guardo en las poquitas horas
que le quedan de vida a este domingo,
en la pluma que no encuentro,
en el goce eterno de una casa pequeña
muralla de seis que se han jurado amor eterno.

Me refugio en esas brevísimas horas para escuchar el canto de los grillos,
el romance de las ranas que se han sumido en la eternidad del silencio.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Tempestad

Eres la tempestad en calma,
te elevas a voluntad,
golpeas,
giras y te eriges en monolítico arrullo.

Tu violenta caricia me da la paz de tu nombre,
esa que no he conocido
desde que eras semilla en mi tierra fértil.

Soy mujer de certezas,
ocasos y amaneceres siempre en su justo momento,
tú eres mujer de madrugadas en ascenso,
a destiempo,
de modos torrenciales,
intensos.

Somos el toro y el escorpión,
la tierra y el agua,
la tempestad en calma.
Somos risa y carcajada,
dicha en la agonía,
principio y continuar en el  horizonte.

Tengo la calma,
la voluntad,
la dimensión del amor.
Tienes la fuerza,
la pasión,
la suave, mínima, perfecta tempestad.

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