miércoles, 22 de abril de 2009

Cavilaciones

Sobre las hormigas, los trastes sucios que como castigo merecido en uno de los círculos de Dante lavo y lavo aunque estén limpios, aunque sepa que los pisó la cucaracha y quiera pensar que siguen limpios.
Las del ladrido del perro que en la madrugada se obsesiona con el enemigo que ensucia su territorio.
Sobre las casas prometidas, los trámites lejanos, los vuelos inciertos y él, el grande, que atemoriza, decepciona; sobre los fieles, los que lamen el piso y besan con el arma.
Obsesivas aquellas sobre los tenis, porque no están, porque ¿dónde están?, porque ya es muy tarde para comprarlos, porque me visto mal aunque no están.
Del arroz que se humedece aunque yo no quiera, aunque sepa bien, aunque se deseche siempre de la misma manera.
Sobre mis ojos que espían, que leen intimidades, cartas, que ven lo que se oculta en otra pestaña.
Del cuarto propio que extraño tanto y que para qué digo tan poco. (Y porque extraño a Lady Mondegreen.)
También pienso en los treinta, con vaguedad y lejanía, pero ahí, con rock, con vida.
De aquello que pienso y me cansa porque esto no se entiende de tanto que cavilo, cavilar, cavilación, de tanto que pronuncio hasta que pierde el sentido, como este post.

1 comentario:

silvestre dijo...

Cuando te leo en ese mood, pongo de inmediato un tango de Piazzola, algo como Invierno Porteño y me transportas a ese mundo, a ese donde estabas cuando escribiste lo que te salió desde el fondo de tu mundo.

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