sábado, 26 de junio de 2010

El adiós que implica la bienvenida

Hace cinco años, aproximadamente abrí un blog con mi novio, empezaba la onda bloguera, todo mundo estaba abriendo uno y como yo no sabía qué rollo era ese, pues él me invitó a participar y acepté. Le pusimos Vida de monos porque siempre nos han gustado los primates, tenemos libros, apodos y gran afición de ellos y por ellos y comenzó la era primática. Muchas entradas ocuparon espacio en la web, desde ñoñadas cuando íbamos al cine, críticas, canciones que nos gustan y cuanta cosa nos pasaba por la mente. La evolución es imperdonable, y gracias a ello un buen día abrí este blog personal e independiente y él conservó el otro, sin embargo lo abandonó un poco.


Un día comentábamos que lo había abandonado y le dije que ya no participaría como administrador en su blog para que él pudiera hacer algo con él. Un par de días atrás me dijo que quería retomarlo, volver a escribirlo, mantenerlo, modificarlo y me preguntó “¿qué harás con todas tus entradas?” Me cayó un hielo en la cabeza.

Entré a la vieja vida de monos y empecé a borrar memorias, a guardar las que me interesan en un archivo de Word, y así, recorrí mi vida con él, mi maestría, el nacimiento de mis sobrinas, cómo crecía nuestro perro, nuestra boda, la vida en familia, nuestras vacaciones, nuestras idas al cine, la muerte de mi tía, los conciertos memorables, la poesía que en su momento me acompañó… en suma los últimos cinco años de mi vida.

Es la cosa más terrible y a la vez más beneficiosa que he hecho en mi vida. Lloré con cada post borrado, con cada memoria, cada fotografía, cada comentario de amor, de diversión, con cada palabra navegante en la web he llorado.

Me he dado cuenta de lo efímera que es la vida y lo duro que es dejar ir las cosas, las ideas, las palabras, pero los recuerdos jamás se van. Nada es eterno, le comenté a Lady Mondegreen en una entrada que puso sobre la desmitificación de las palabras. No lo es la vida, no lo es el amor, no lo es la vida en pareja, no lo es la poesía, no lo es la palabra. Sin embargo, el dolor que se siente al dejar partir el testimonio de los últimos cinco años de mi vida me recuerda que estamos aquí de manera transitoria, que la gente que nos rodea, esposo, familia, amigos, mascotas, sólo están aquí para compartir con nosotros; que nacemos solos y moriremos solos y que no hay nada más maravilloso que cultivar el espíritu en individualidad para compartir lo más maravilloso que tenemos con los que más queremos.

Gracias a todos aquellos que comparten su vida conmigo. Son mis compañeros de viaje.

miércoles, 23 de junio de 2010

Requiem por ti Saramago

Tal vez sea tarde para escribir este post, sin embargo, la muerte de Saramago sigue fresca en mi mente y sigue doliendo.
Su obra me encontró. El otoño de 1998 leía el periódico, específicamente las novedades literarias recomendadas, y un título atrajo como imán mi atención: Todos los nombres. Jamás había leído nada del autor y me pareció una buena oportunidad para conocerlo, pero debía esperar a que llegara la quincena, ya que como estudiante de la licenciatura en Letras que era en aquél entonces, mi economía era escasa (por no decir deprimente). Dos semanas después, de nuevo leyendo el periódico, Saramago ganó el Nobel de literatura, qué bueno por él y por su obra, qué malo para mi economía, no pude comprar el libro, que duplicó su precio sólo por ello, y me hice a la idea de comprarlo después, tal vez en diciembre, con el aguinaldo.
Mi mejor amigo, también letrado, vino de visita a estas tierras tapatías y su lectura en turno era El evangelio según Jesucristo (que terminó de leer durante el viaje); vi que era del mismo autor y le conté la triste historia del ranchero enamorado que no pudo comprar su librito de los nombres; yo creo que fue tan triste que sin pensarlo me regaló el libro. En ese momento comenzó mi viaje por su obra, maravilloso, ensoñado, crítico, divertido y ácido.
Saramago es mi escritor favorito (cualquiera que me conozca bien lo sabe, mis queridos amigos me dieron el pésame el día de su muerte, como saben que lo quiero tanto); él me ha hecho soñar, cuando leo alguno de sus libros, cosas fantásticas que me han hecho escribir sobre ángeles, hilos de plata y perros de las lágrimas.
Nunca olvidaré el día que como fan adolescente, hice fila con mis amigas más de cuatro horas para que me firmara un pequeño libro: El cuento de la Isla Desconocida, es de mis tesoros más preciados junto con la firma de García Márquez. Tampoco el día que afuera del Paraninfo de la UdeG (mientras hacía fila para que García Márquez me firmara un libro que no tenía mi nombre –ese es tema de otro post–) casi me apachurra una camioneta y cuando volteo a la ventanilla para reclamar, un sonriente Saramago me hizo un ademán de saludo moviendo su cabeza.
Su muerte me sorpredió la otra mañana mientras me preparaba para el trabajo; muchas veces pensaba que llegaría el día, en cómo sería, en qué sentiría. Ahora sé que me duele, que lo admiro y que le agradezo tantas letras.
Gracias a mi señor de Portugal por tanta grata lectura, por hacerme soñar, leer, criticar y admirar.
Gracias Saramago, desde acá, en este valle de lágrimas te sigo leyendo.

martes, 15 de junio de 2010

Yo no soy Penélope

Yo no soy Penélope.

Soy quien sentada en la silla de bejuco
teje incesante la historia
que te he contado por años
a tiempo
en su preciso momento.

Soy ésta,
la que nunca ha esperado al Ulises
que infiel vuelva a mi lecho,
y no desea que después de veinte años
de monstruos y contratiempos
renovado recupere su reino.

No soy Penélope,
soy la que por las noches desbarata para sí
las memorias perdidas de amantes
que impregnaron de sudores mutuos cuerpos.

Yo no soy Penélope.
No tejo sudarios ni espero a destiempo.

sábado, 12 de junio de 2010

Manjar para una princesa

Estoy maravillada de ver recipientes con leche en el refrigerador. Puede parecer tan insulso y ordinario pero no encuentro otra forma de estar más cerca de mi hija ahora que me he unido a las filas de las madres profesionistas. Ella se queda donde los abuelos mientras yo me dedico a los libros todo el día, al mismo tiempo que pienso en ella y guardo en los recipientes el valioso líquido con el que le prodigo mi amor a mi hija mientras no estoy. Me asombra mi cuerpo, que tan humano como es no se equivoca y le da lo que necesita, parece una labor tan sencilla, extraer el alimento, pero me siento en la cima del Everest cuando miro los botecitos llenos de blanco, y mejor aún, cuando veo las mejillas rubicundas, enormes y preciosas de mi muñequita, que por lo menos, de alguna forma, tiene cerca a su mamá.

miércoles, 2 de junio de 2010

Dos

Contigo se nace dos veces.

No una ni diez, nomás dos.
Como si fueras la luna y el sol
como si el alfa y el omega dejaran de antagonarse
y se decidieran por el amor.

Contigo se nace dos veces.

Dos para comenzar, para terminar
para ser uno
abrir entonces las alas
y en pares buscar el horizonte.

Contigo se nace dos veces.

Porque una no basta.
No es suficiente para sonreir
no basta para aprender
y andar sobre los pasos errados,
no basta para vivir esta vida,
una, la única.

Contigo se nace dos veces.

Porque sí.
Para vivir.
Para ser feliz.
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