Eres la tempestad en calma,
te elevas a voluntad,
golpeas,
giras y te eriges en monolítico arrullo.
Tu violenta caricia me da la paz de tu nombre,
esa que no he conocido
desde que eras semilla en mi tierra fértil.
Soy mujer de certezas,
ocasos y amaneceres siempre en su justo momento,
tú eres mujer de madrugadas en ascenso,
a destiempo,
de modos torrenciales,
intensos.
Somos el toro y el escorpión,
la tierra y el agua,
la tempestad en calma.
Somos risa y carcajada,
dicha en la agonía,
principio y continuar en el horizonte.
Tengo la calma,
la voluntad,
la dimensión del amor.
Tienes la fuerza,
la pasión,
la suave, mínima, perfecta tempestad.