Mis ojos padecen de intoxicación (es más, todo mi yo).
Se han aferrado a tus múltiples gestos, a la insistencia de tu mirada
cuando se cuelga de mis ojeras, a cada párpado tuyo en el intento
de mantenerse contraído para poder penetrar en mi eclecticismo de ojo.
Parece que mi cuerpo ha perdido el movimiento,
que se ha congelado ante la desnudez de tus miembros.
Inmóvil permanece ante estímulos ajenos al espectro de tu animal,
soy la mujer de Lot ante tu ira,
soy piedra y sal que en monolítico disfraz contempla tu demonio.
Mi boca profana el lenguaje de imposibles,
lo viola necesitada de la comunión con tu espíritu,
se obsesiona con tu lengua, con cada embrión que se gesta en tu cerebro,
con cualquier generoso dragón que me ofrezca el calor de tu boca.
Pero sé que después de tanta montaña, de tanto gigante Briareo impidiendo
con sus cien brazos que te encuentre, que te toquen mis dedos,
que haga sudar cada poro tuyo con mi aliento, sé que después de tanta sal y
erosionada piedra por luchas infinitas con tu cuerpo,
estás con los brazos abiertos, Tótem esperando mi vida.
Iliana Ávalos González (copyright 2008)
lunes, 23 de junio de 2008
jueves, 19 de junio de 2008
La lucha con la tesis
Robándome un nick del buen Ro. Parece que nunca termino y que la lucha me hace más ciega. Leo y releo y requeteleo el trabajo y nomás no se perfecciona. Supongo que incluiré una fe de erratas (broma ñoña). Gracias Lady Mondegreen por tu sapiencia, qué bárbara, eres una gran lectora, ¿puedes ser mi sinodal? Ya. Buena noche.
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miércoles, 18 de junio de 2008
Necesito un destapacaños
Vine bien. También bienvenidos. Necesito decir y mucho; más que antes y como ocurre desde hace 2 años (creo que más.... eso es triste) están todas las palabras atoradas en mi cabeza; eso me distrae de sentarme a intentar expulsarlas pero no pierdo la esperanza. Soy obsesiva y eso está de mi parte, me anima a pensar que prenderé una vela en mi cuarto propio (me resisto a perder el nombre). Aquí estoy, con mis obsesiones, con mi gusto por los latinismos, lo escatológico, las palabras con C, las canciones en francés y mi eterna aversión al olor de un extraño que pasa junto a mí (confieso que aguanto la respiración cuando un desconocido se cruza en mi camino). Espero hablar de todo eso y de lo otro, que sufro porque me atormenta lo que me agrada y lo que no, lo cual hace de las cosas y de los sucesos un eterno degustar de paladar agridulce.
Sean pues las palabras.
Sean pues las palabras.
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