La naturaleza es sabia, aunque no sepa de tristezas ni de lo grande que se pone el corazón con tu llegada.
Sabia aunque en la alegría no sepa que está al acecho, que está cuidando, que tiene necesidad de extirpar la mala hora, el intestino podrido, las mejillas rubicundas de una miniatura idéntica.
Es naturaleza que sin anunciación se lleva la sonrisa, las ganas, la voluntad de levantar la cabeza para ver el camino.
Pronto estará tu figura en el andén, esperando el momento en que el espíritu esté limpio y dispuesto, y te atrevas a venir.
Siempre siempre nos verás arribar en el tren de las 6:50, por si acaso tienes ganas de viajar.
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