viernes, 8 de julio de 2011

Retrato

A ella, que nunca quiso robarse mi vida

Una mujer
Mujer en su cueva. Paul Delvaux
una silla
las ganas de sentarse a mirar
cómo la tarde se devora
los cantos de gorriones
cuyas alas en flor
le recuerdan que el tiempo
nunca se suspende.

Una mujer
un espejo
las canas aferradas al cuero
de diez en cien
de cien en mil
las justas para contar y cuentear
soledades
canciones
vértigos
porque la vida es terca
porque no se detuvo en el soñado orgasmo.

Una mujer
una pluma
las miradas chocantes
que se topan con el pudor
con su desnudez interrumpida por las ganas
por su piel
cabello
uñas
que centímetro a milímetro
presumen la voracidad del tiempo
las memorias de amares
minuetos
sus pasos andados descalzos y a destiempo.

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