Mientras disfruto mi soledad en el auto, oyendo a Deff Lepard, pienso en los desencantos, en la gente que dice que siempre está y sin menor remordimiento desaparece. Por un instante me siento rockera, irreverente, mala, porque los desapareceré de mi vida, porque soy la Rock y tengo el control.
En esas estaba cuando el tiznado Murphy se manifestó con su mísera ley y se descompuso el auto, no sonó más Deff Lepard, me olvidé de los que me olvidaron y asumí que soy una partícula de polvo en la gran ciudad.
sábado, 21 de abril de 2012
Placeres sabatinos
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